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Colin Beavan es un neoyorkino que, preocupado por los efectos del consumo de los países ricos en el conjunto del planeta, se propuso vivir un año sin electricidad, sin comida preparada y sin papel higiénico. Lo primero fue vender la televisión. Lo segundo, comprar más a menudo, pero siempre productos frescos, sin elaborar, y producidos más cerca de su casa. Su propuesta arrastró a su esposa y a su hija de corta edad. Él mismo afirmaba al terminar su experiencia: "Nos educan pensando que la felicidad consiste en acumular cosas. Pero el día a día del experimento me enseñó que son las relaciones humanas lo que realmente me hace sentir bien. Te convencen para que trabajes sin parar para que ganes más dinero para poder seguir consumiendo, y resulta que lo realmente importante, estar con la familia y los amigos, lo descuidas".
Su proyecto pretende animar a otros que, a través de su página web No impact project, quieran apuntarse a algunas de sus propuestas en pro de un mundo más limpio, justo y humano, a modo de aldea donde cada decisión individual tiene repercusiones globales.
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